jueves, 4 de febrero de 2016

LOS COTEROS


Por: Carmen Muñoz de Gonzalez
Villa de Cura, estado Aragua, Venezuela

¡Qué cosas tiene la vida!  Antes era simple, nada complicada o cumplicada como decía la gente.  Todo pasa...así como pasa el viento que ya no vuelve.  Recuerdo los famosos coteros, esos buenos hombres que dejaban mercancía cada semana.  Pasaban luego a recoger el abono al pago de la misma, el cual consistía en dos o cuatro bolívares semanales para amortizar dicha cuenta.

Vendían de todo: cortes de tela, velos, zapatos, cobijas, y pare usted de contar.  Él, maleta en mano, con voz sonora gritaba:
- ¡Llevo todo bueno, borito, barato!

Extranjero, venido de tierras lejanas.  Muy poco era el venezolano dedicado a este trabajo.  Sólo los que vendían repuestos para las famosas máquinas Singer (las negritas) o los electrodomésticos como las pulidoras Electrolux cuando comienza la modernización de la mujer.  Bueno...y para la que la podía comprar, porque mi mamá pulía con aserrín y querosén.  Eso quedaba lindo y bello. Pisos de cemento reluciente.

Los coteros pasaban las de Caín porque muchas dejaban la mercancía y se escondían para no pagar.  Eran maulas en cuanto al pago. Y otras tuvieron suerte: se enamoraron del cotero. Todo tiene su pro y contra.

Yo recuerdo a un turco, rojo él, en su bicicleta que iba a mi casa.  Le dejaba mercancía a mi mamá. Le decían Musio Bonito. Mi esposo hace remembranza de un polaco muy bien trajeado con paltó, corbata y sombrero que se transportaba en su caballo al cual amarraba en las ventanas de las casas. 

Los coteros eran de la década del 40 y 50, hasta que Venezuela dejó de ser rural. Luego lograron abrir sus establecimientos comerciales y desaparecieron.

Ahora, en estos tiempos, ya en mi tercera edad, también gozo del privilegio de un cotero, pero es el Sr. Aníbal y su hijo David.  Ellos son los que me surten de todo lo referente a productos de limpieza.  Vienen religiosamente todos los viernes, se pagan unos y se piden otros.  Así, gracias a Dios y a ellos, no hemos carecido de nada.  Este es el espiral de la vida: todo va y todo viene.  Ahora el cotero viene en camioneta.  Atrás quedó la bestia y aún más la bicicleta, que no comía pasto y era más resistente.  Yen cuanto a lo de mala paga ...¿Yo? ¡Dios me libre! Tengo grabado el dicho Paga para que se te abran las puertas.


Sitio web de la imagen: http://cosasquetengoadentro.blogspot.com/2010/06/pasan-los-coteros.html

miércoles, 3 de febrero de 2016

CARNAVAL



NOTA: LA FOTO ES SOLO REFERENCIAL

 Por: Carmen Muñoz de Gonzalez
Villa de Cura, estado Aragua

Llegó el Carnaval ¡Cuántos recuerdos! Época de alegría, papelillo, caramelos, echadera de agua, negro de humo, otros tiempos.

Recuerdo un cuento de Carnaval, cuando en la Plaza Miranda se bailaba amenizado por el Sr. Ricardo Flores y su flamante picó con los mejores plon de la temporada y disfraces: arlequines, pierrot, dominó, negritas.


Un caballero de esa época, muy pájaro vivo él, enamoradizo como ninguno, se citó al baile con una candidata.  La esposa lo estaba mosqueando y cuando él en  sábado de Carnaval partió en la noche sin explicación alguna no imaginó lo que ella estaba tramando.


La muy vivaracha se disfrazó de viejito y a bailar se ha dicho. Cuando llega lo ve muy acaramelado con su damisela. En una de esas vueltas se acercó  y de un sólo templón le tiró del sombrero hasta los hombros a la señorita quien había ido disfrazada de  de mejicana. Por lo cual le gritó: - ¡Hasta aquí llegaste, hasta tu Rancho Grande! Bautizándola así hasta el úlñtimo día de su vida: la Rancho Grande Quita Marío.

 
Lo que ella nunca aceptó fue que allí el muérgano era el marido.  Y él se las hizo hasta ya viejito y muy foronda decía: - Yo soy la Catedral, las demás las capillas.


¡Qué cosa! ¿No? Conformarse con eso y vivir esa penitencia de cuidar a otro.
No, mijita, mejor me preparo para la Cuaresma, la fiesta del alma, y a purificarme.



Sitio web de la imagen: http://www.pueblos-espana.org/castilla+y+leon/avila/cabezas+del+villar/73351/