Por: Carmen Muñoz de Gonzàlez
Villa de Cura, estado Aragua
Febrero, el mes del amor y la amistad ¡Qué bien! Pero debe trasladarse a todo el año...¡Qué digo a todo el año...mas bien a toda la vida!
Amor mágico, sentimiento que profesamos y el cual nos envuelve en ese halo mágico.
Amistad...bello sendero que recorremos a lo largo de nuestras vidas, largos paseos llenos de felicidad.
Hoy escribiré sobre ese bello vínculo que compartimos los unos con los otros: la amistad. Recordaré a una buena amiga de mi mamá: Consuelo Nicolai de Albano, viuda del Profesor Saúl Albano, por quien siento agradecimiento por haber sido un ser que expresó gran amor hacia los demás.
Mujer de belleza imponente, porte altivo, un parecido con la actriz mexicana María Félix, ceja levantada como peguntándose ¿Cuáles son las cosas más importantes de la vida?
Poseía un bello don, regalo del Ser Supremo, como lo era el pintar. Plasmaba en el lienzo bellas estampas para deleitar el ojo humano y recordad hechos o sitios lejanos.
Tenía dos obras magistrales, yo se poco de arte pero quedaron grabadas en mi recuerdo: un cuadro de unas monjas sentadas bordando y otro de un puente en ruinas sobre un río de la lejana Alemania, como emblema de su ascendencia paterna.
Consuelo era de buen hablar. Entablaba conversación sobre cualquier tema, ya fuera de arte, literatura, política o cocina. Tenía una rica sazón que deleitaba el paladar del mas fino comensal.
Coleccionaba antigüedades, sentía fervor hacia ellas.
Resuelta a la brega, como se dice en criollo, no se achicopalaba ante nada.
Vivió su vida en forma plena, satisfecha de lo realizado y se sumergió en la Presencia Sagrada en su casa-quinta, al final de la Av. Bolivar, rodeada del cariño de sus hijos. La unió a mi mamá un poderoso lazo de amor y amistad.
Por eso hoy, recordándola, digo que el que encuentra un amigo encuentra un tesoro. Yo le agregaría: No intentes cambiar a tus amigos, respeta sus valores y opiniones.