martes, 30 de enero de 2024

Ricardo Ramón Gómez González, EL PINTOR




Lo mismo que Miguel Ángel en aquel tiempo, cuando pintó la Capilla Sixtina, ahora en mi querida Villa de Cura vemos todos los años pintar el Altar Mayor de nuestra Gruta de Lourdes, centro mariano, lugar de veneración de nuestra Virgen de Lourdes al cual acuden cada año al pueblo personas venidas de otras regiones del país a cumplir promesa. Ricardo Ramón Gómez González, joven villacurano nacido el 10 de diciembre de 1990, aquí mismo. Pasó su primera entre las escuelas Casanova Godoy, Arístides Rojas, Niños Cantores y el liceo, su secundaria, en el Víctor Ángel Hernández y Santos Michelena.
Siempre fue destacada  su pasión por la pintura y el dibujo. 

Realiza sus murales de acuerdo al lema que corresponde a cada peregrinación, el llamado a la fé.

 Una vez le pidieron que pintara un San Miguel Arcángel y a él se le cruzó por la mente que era el Arcángel Gabriel, el de la Anunciación. A mayor sorpresa para el que hizo el encargo cuando lo vió, pero rapidamente  logró transformarlo en el pedido que le habían encargado..

Allí, en la antigua sede de la policía frente a la plaza Miranda realizó el mural de la Vírgen del Carmen 


y en la plaza Miranda propiamente, allí en un depósito de agua, para Navidad, plasmó una escena de Jerusalén.



Lo mismo lo vemos caminar alegre, sencillo, dicharachero, en el pueblo. Su lema de vida: " Hay qué vivirla como Dios nos la ponga. Dios, cuando nos da la vida, nos da etapas: el pasado es historia, el futuro es incierto, pero el presente es el regalo al cual llamamos vida."

Tiene tres ahijados a los que quiere como si fueran sus hijos. Se <i>a motus propio</i> el valor que significan los ahijados para uno. Su gran sueño: conocer Francia e Israel. A los jóvenes del pueblo les recomienda dejar bien en alto el nombre de Villa de Cura con buenas acciones. Lo más importante para él es el reconocimiento que el pueblo hace ante su arte. Nuestra ciudad es semillero de muchos talentos. Que Ricardo continúe pintando el arcoiris de la esperanza y logre realizar su gran sueño.

sábado, 20 de enero de 2024

LOS MUCHACHOS DE LA CUADRA


LOS MUCHACHOS




Se hicieron sentir con sus inquietudes y vivencias de jóvenes. Hacían bullicio allí en la calle Sucre con la calle Urdaneta, de nuestro pueblo Villa de cura, en el estado Aragua, Venezuela, en la esquina donde hoy está la sede de la Asociación de Maestros Jubilados Zamora, diagonal a la bodega de Ricardo Castillo - un buen vecino, hombre solidario con su entorno -.
Los chicos eran la expresión más típica y auténtica del vecindario. Usted pasaba por allí y los oía reír, jugar, "echar broma: entre ellos. Cherchaban un puntero. Eso era en la tarde - noche.

De vez en cuando en la puerta de una casa se oía la voz de la madre gritar:

  • ¡ Ven acá, tienes que hacer algo!
    o
  • ¡Son las nueve! ¡A dormir! Así crecieron: Bajo la luz de la luna - y del poste también -.

Allí se reunieron: lis Morales, los Tosta, los Padrino, los Ravelo, los Rondón, los Meléndez, los Perdomo, José Rafael Núñez, "Ramoncito" Corrales, los Arjona, los Guillén, los Sianos, Manuelito Rodríguez, Pablo Bolívar, Eduardo Navas, Marlon Hinojosa, el "Negro" de Melicia (José Ramón). Apodos todos tenían.
El más pequeño, zagaletón él, era "Palito" (Wilmer), se encargaba de hacer los mandados.
¡Cuántos sueños! ¡Cuántas ilusiones se tejen a medida que pasan los años!
Se hacen planes para un futuro preparándose para el porvenir. Nunca dejaron que las tristezas se apoderaran de ellos por mucho tiempo.

A veces su música alardeaba de quién era el más presumido.

Su pasión: el béisbol y el softbol. Conformaron un equipo: "La Esquina". Jugaban en el famoso "Club Aragua" de aquí del pueblo.
Cuando era temporada de béisbol se iba todo el grupete a casa de la abuela de los Meléndez, Má' Petra, a preparar el sancocho o ella hacía las arepas. Y daba gusto verlos sentados en el piso, viendo la tele y observando atentos cada jugada.
¿Anécdotas? ¡Muchas! Una vez se realizó una fiesta en otra cuadra, cerca, y ellos asistieron. Pero antes que ellos ya habían llegado unos muchachos - que se habían "coleado" - de otra parte y ¡Listo! ¡Se formó la trifulca a puño limpio!
A Radamés Meléndez lo "entromparon a piña", pero allí estaba Beatriz Elena, la única muchacha de la cuadra, y lo defendió "a capa y espada" como una valiente amazona.
Todos continuaron con el mismo amor fraternal. De aquel grupo de muchachos - que ya pasan de los cincuenta - allí está el Coronel Dixon Morales quien estudió conmigo en la Escuela Arístides Rojas - institución insigne del pueblo que va rumbo a los cien años de fundación -. También recuerdo a Omar José - de unos cuatro añitos - cuando pasaba por allí con su mamá y los muchachos le echaban broma ¡Se ponía tan furioso y repetía "- Mamá, castígalos" porque allí, entre ellos, estaba uno que era alumno de María José, su mamá.
hora sólo el bello recuerdo. Que cuánto podemos imaginar de la vida. La fraternidad. Vivían cada día. Lo vivían sin pensar muchas veces en el mañana como una posibilidad asustadora.
Era la esencia de la juventud.
Ojalá los volvamos a ver en la cuadra, charlando en forma alegre y entusiasta, amenos y riéndose hasta de ellos mismos y de las cosas chistosas, sanas, qué suceden en la vida. Y vamos viviendo lo que el mundo nos va deparando cada dìa