Hace unas cuantas (pocas) décadas, cuando yo era niña, en mi pueblo natal (Villa de Cura, estado Aragua, Venezuela) era muy común colocar a las personas ciertos apodos nacidos de alguna situación en que el paisano se hubiera visto envuelto.
Recuerdo particularmente dos casos:
Uno en el que estaba un mozuelo recién mudado a un sector del pueblo conversando en la esquina con los muchachos de la cuadra para comenzar a hacer amigos. Pasa un señor mayor y le dice el muchacho nuevo en voz baja al joven que tiene al lado: - Uy, qué viejo más feo. A lo que contestó el otro (Que era nada más y nada menos que hijo del hombre que pasaba) -Sí, claro, porque tu papá debe ser la Campoli (Haciendo referencia a la bellísima María Antonieta Campoli, Miss Venezuela 1972). Bien, fue suficiente esta situación para que al papá del chico nuevo le dijeran la Campoli hasta que murió.
Una amiga me contaba que en 3er grado de primaria le decían tomacorriente porque una vez en que la maestra salió un buen rato del salón de clases todos comenzaron a bochinchar y hacer barullo menos ella, quien me dice que se lo impedía su extrema timidez (Pero que por dentro deseaba intensamente tener el valor de pararse también a brincar como los demás) y resulta que se le acercó el payaso que nunca falta en cada salón y dijo con voz fuerte: -Miren a esta, quieta ahí, parece que hubiera metido el dedo en un tomacorrientes Y así, mi amiga, quien tiene un hermoso nombre que me reservo por razones obvias se quedó con su nuevo sobrenombre todo el año escolar.
Carmen Muñoz de González
Direcciones de las imágenes:
excelente maestra carmencita jajaja
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