Por: Carmen Muñoz de Gonzalez
Villa de Cura, estado Aragua
Villa de Cura, estado Aragua
La bella Consuelito, sentada en el pollo de su ventana, abanico en mano, deja ver su linda cara al tropel de caballos que pasan frente a su casa. En una esquina, la negra Melicia, de blanco traje y trapo en mano, espanta a los animalitos que osan posarse en sus dulces: apetitosos temblones y caramelos de papelón. Se oye el rumor : «Ha llegado al pueblo el comandante de la guarnición. Nada más y nada menos que el terrible jefe realista Pérez»
Pasa un muchacho zagaletón de refilón y la dulce y bella Consuelito lo interpela:
-»¡Muchacho! ¿Qué alboroto es ese?»
- «Na, señorita, llegó un jefe y ta al mando del pueblo».
Con el mas fiel sigilo cierra la ventana y se dirige hacia dentro de la casa. Su padre, Don Evaristo, y sus hermanos, están reunidos con otros señores en la estancia de la casa. Hablan de la guerra de independencia. Ya por las venas de muchos jóvenes de bien corre la llama de la libertad. Muchos se han incorporado a las filas patriotas y los hermanos de Consuelito no escapan a la idea.
Llega a la puerta y oye a su padre: «-Hay qué obrar por la causa, dar el todo por el todo, no se aguanta más tanta injusticia».
Consuelito alerta a su padre:
- «Ha llegado ya el jefe de la guarnición».
Todos, llenos de asombro, se miran a las caras:
-» Oh, mi Dios»
Pasan unos días bajo las normas estrictas de la sociedad. Invitan a una velada para conocer a las personas importantes del pueblo, para que den ayuda a la causa, en este caso, la realista.
Llega el día pautado, la gran velada. Ella envuelta con un fino romantón, con aquellos ojos negros, grandes, de mirada serena, labios delineados con el pincel más exacto, tez blanca como la porcelana, suave andar altivo, altanero. Entra Consuelito a la sala y todas las miradas recaen sobre ella, pero en especial la del capitán Pérez. Se ha impresionado tanto ante tal belleza que no deja de galantearla toda la noche. Todo transcurre bajo las luces de las lámparas y enmarcado por el sonido del violín magistralmente interpretado por un aldeano.
Pasado un tiempito, ya sus hermanos se han unido a las filas de José Félix Ribas. La familia ha vendido muchas cosas de valor, sobre todo las alhajas, para ayudar a la guerra de independencia.
Consuelito mantiene una buena relación amistosa con el capitán, haciéndole carantoñas al mismo para saber del movimiento de la tropa realista. Tiene buena información y decide enviarla al hermano que se encuentra en La Victoria, pero, por esos azares de la vida, el mensajero es interceptado y el mensaje no llega a feliz término. Su padre y ella son apresados, puestos prisioneros a la orden de aquel que la recitaba la más ferviente oración de amor. Ahora es su verdugo:
-»Desiste de la causa y recibirán la libertad tú y tu padre».
Pero ese espíritu de índole arrogante y aguerrida que suelen tener las mujeres prefiere el mas terrible escarnio que osar doblegarse ante el yugo español.
Al rechazar la propuesta y mantenerse fiel a su ideal: la patria, son vilmente ajusticiados, ella y su padre, en la plaza mayor del pueblo el 10 de febrero de 1814. Como único testigo de su valentía, su gran y único amor: la libertad de Venezuela.
Ejemplo heroico de gallardía villacurana en los albores de la libertad es Consuelo Fernandez, digna mujer aguerrida y virtuosa cual blanca flor del más puro amor. Leal a sus principios es y será en estos tiempos revolucionarios igual que antes: blasón y prestigio de valentía y templanza de mujer.
Sitio web de la imagen: http://www.venezuelatuya.com/biografias/heroinas.htm
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