Por: Carmen Muñoz de González
En la casa donde me crié -grande, espaciosa, con corredores- había una silla de cuero donde mi abuela solía sentarse. Cuando alguien del grupo familiar la ocupaba ella le replicaba:
-"Bájate de mi silleta. Cuidado se me la rompen"
Siempre la recostaba de la pared y sentada en ella contemplaba el patio.
Pero en las noches de calor de verano macho -entre marzo y abril, cuando arrecia el calor- la silleta se estremecía. Parecía que alguien se había sentado en ella. Uno la oía claramente, se volteaba y...nada, ningún ser humano.
Eso siempre me intrigó y me asustaba. Era incapaz de ir al baño sola de noche por mas necesidad que tuviera no fuera a ser que me encontrara con un espanto, ya que tenía tan grabada en mi mente la frase "¡Se sentó el muerto!" y yo, niña al fin, lo creía.
Ha pasado tanto tiempo...la silleta ni se dónde fue a parar, pero lo que sí entiendo ahora es que el cuero cruje por el efecto del calor y eso era todo.
¡Ah malos ratos que me hizo pasar Doña Silleta!
Sitio web de la imagen: http://www.iaa.fadu.uba.ar/cau/?p=3714
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