Por: Carmen Muñoz de Gonzalez
Villa de Cura, estado Aragua
Ahora que el màgico espíritu de la Navidad nos cubre con su manto, todo el mundo, grande o chico, añora el regalo de Navidad, pero ¡Cuàn significativo es ese bien material!
Lo que tanto anhelamos es esa esencia espiritual que llamamos paz, perdón, solidaridad, compañeris,o, amiguismo...como mejor te convenga llamarlo.
Hemos criado una cultura en que lo más importante es lo que nos dan y no lo que damos.
¿En el seno familiar qué inculcas a tu grupo? ¿Dónde quedó ese compartir en la cuadra, esa vecindad en familia, recordando ¿Quién es tu hermano? Tu vecino más cercano.
Pero lamentablemente nos distanciamos por color, credo, género, prejuicios, por todo lo banal.
El Día de Navidad, el 25 de diciembre, comparte en familia, hazles ver los importante de comer juntos, de compartir ese pedazo de pan que Dios nos depara cada día. Pero que la celebración no se empañe por la bebida espirituosa, que no sea esta detonante de discusiones, habla de frivolidades, metas, sueños, deseos. Lo esencial está en recordar el nacimiento de Jesús entre nosotros, el Salvador del mundo que vino para dar luz a los hombres. Ya el ángel lo anunció: Gloria a Dios en el Cielo y paz a los hombres de buena voluntad.
Cuando nos enojamos amenazamos, en cambio, el amor auyenta los temores y sana las heridas.
Que prevalezca el amor y el buen juicio entre nosotros y no lo visceral.
Que el Rey de la concordia reine en nuestros corazones por siempre.
Felices fiestas, feliz Navidad, paz y amor, hasta el 2016 y más allá.
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