Las tremenduras de los muchachos y muchachas de antes. Por allá en la década de los '70. No había llegado la tecnología como ahora y la muchachada se entretenía jugando en la calle. Era el sitio de distracción, en la hora de 7 a 9 p.m. eran fijos la gritería, el alboroto. Las madres se sentaban en las puertas a tertuliar.
Una noche, los muchachos de la otra cuadra invitan a estos de este lado para ir a jugar allá donde se había formado un pozo de agua y querían tirarle chapitas dizque para rellenarlo (Chapitas le decimos en Venezuela a las tapas de las gaseosas o refrescos)
Contentos se reúnen, se dirigen en cambote, pero cuando llegan allá se dan cuenta que el bombillo del poste de la luz está apagado y esto queda cerca del cerro, es allá en los rurales, o sea, en la comunidad de Víctor Ángel Hernández. Comentan un ratico lo que esta sucediendo y, de golpe, observan una figura vestida de blanco que viene bajando, la cual nunca pasó al lado de ellos, sólo tuvieron la percepción de haberla visto y en eso...¡Aulló un perro! De allí la rápida y corta carrera para su casa a terminar de pasar el susto en su cama.
Mi amiga, la que me echó el cuento, pasó tres días atemorizada. Nadie comentó lo sucedido. Fue la cuadra y media más larga que atravesó en su vida. Irse a jugar más lejos de casa... ¡Ni a palos!
Carmen Muñoz de Gonzàlez, Villa de Cura, estado Aragua, Venezuela.
Sitio web de la imagen: https://www.pinterest.nz/pin/366269382168684944/