En días pasados me encontré con un gran amigo de mi infancia. yo lo cargué cuando era un niño hermoso, catirito y regordete. Entablamos una conversación y me hace referencia a un cuento que le echaba su papá, que en Gloria esté, de un hombre del pueblo,muy tacaño, pichirrito como ninguno, de esos que son incapaces de haberle dado un grano de maíz al gallo de la pasión. Logró adquirir un dinerito a lo largo de su vida, pero siempre decía que él había ganado ese capital y se lo llevaría a la tumba. Eran sus reales. El que viniese atrás que arreara.
Sus hijos, muy diplomáticos y salomónicos, fueron al Banco, le prepararon un cheque con el monto que poseía y lo colocaron entre sus manitos de forma angelical para que en el Banco del Cielo lo hiciera efectivo. Todos quedaron complacidos y aún más el difunto que cumplió su cometido.
Carmen Muñoz de González, Villa de Cura, estado Aragua, Venezuela
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