La tía Senobia, mi bien ponderada tiíta, vivió una infancia plena y mitad de su adolescencia allá en Las Guasduas, (estado Aragua en Venezuela) al aire libre, jugando y comiendo lo mejor que el ambiente proporcionaba, pero cuando la situación mejoró construyeron sus padres una casa en en el pueblo con un buen solar que tenía la familia y allá dejó enterrado su ombligo junto a la mata de tapara y ¡Partida al pueblo! Allí las distracciones eran otras.
Había un grupo de hombres maduros y su padre las amenazaba que sus tres dulces niñas con ellos casaría pero no por amor sino a conveniencia.
Un domingo, luego de la visita que la tarde religiosamente hacían a sus compadres cercanos, van las tres chicas solas y encuentran de un lado del maizal durmiendo junto a su perra que no lo desamparaba a uno de los candidatos. La tía comenta a las otras dos:
-"¿Por qué no le hacemos una broma?"
Y su hermana mayor, como él era el prometido, agarró unas ramas de las que habían cortado y le dio sus chaparrazos para que se le pasara la juma que tenía, por borracho y jugador.
Hasta allí llegó la admiración y casamientos comprometidos nunca, el amor fluye y es espontáneo, más nunca se quedó dormido en la carretera.
Carmen Muñoz de González, Villa de Cura, estado Aragua, Venezuela
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