sábado, 5 de agosto de 2023

"LA VALIJA DE NEYCAR"

                           

 

    Inocencio Chencho Adames Aponte

 


“Érase una vez”…   En un pueblito nombrado Villa de Cura vive una maestra llamada Carmen Muñoz, a la que todos le decimos cariñosamente Carmencita, que tiene una manía de guardar cosas: un papelito, una caja de chicles, una tarjetica, una rosa seca, un frasco de perfume, y un sinfín de cosas que atesora en una valija.  Un día, la encontré cerca de su casa, iba de prisa, la saludé y le pregunté: ¿Hola Carmencita, qué llevas en esa valija?  Sus ojos se iluminaron y me contestó: “Hola Chencho. Aquí guardo muchos recuerdos, anécdotas, crónicas, cuentos, poemas de nuestro pueblo y los míos propios, todos los personajes y mi memoria histórica”.  Me le acerqué,  abrió su valija lentamente y vi de reojo que estaba llena de muchas sorpresas, como la iguana Marcelina, uno de sus primeros escritos…  Apenas me basta recordar unas líneas para que mi imaginación corra hacia el final de ese poema: 

 

 “Corre, corre iguanita,

 que no te de alcance

 el devorador

 y escóndete

 en los ramajes de tu árbol protector”.


CARMENCITA, UNA MAESTRA ENCANTADORA
CON UNA PLUMA LLENA DE TERNURA

Carmen Muñoz (v) de González, estudió lo que su corazón siempre le indicó: Educación Primaria.  Su primer contacto con la docencia fue como maestra en la escuela Arístides Rojas, pues tuvo muy claro que su tarea consistía en sembrar valores y para esta experiencia en el aula apelaba al juego, a las dinámicas y a la lectura de cuentos y poesías.


El diario trajín de ir de la casa a la escuela y de la escuela a la casa durante 33 años (enseñaba primero, segundo y tercer grado), no fue impedimento para que en su mente empezara a crear poemas y cuentos infantiles.  Sus creaciones las sometía al escrutinio más riguroso: sus alumnos.  Con generosidad, compartía sus textos con sus colegas y creaba narraciones y poemas para la celebración de efemérides y actividades especiales de la escuela.


Escritora, poetisa y maestra, esta autora cálida, llena de sensibilidad, nos brinda emociones como ventanas abiertas, llenas de magia en un mundo villacurano real.  No en vano ha cultivado la poesía, sino también podemos maravillarnos con sus cuentos, llenos de esa imaginación sencilla y un estilo literario de original intensidad.


Sin embargo, el antes y el después lo marcaría su máxima creación: La Valija de Neycar.  Esta feliz iniciativa, que el próximo mes de agosto cumplirá 10 años con un haber de 266 publicaciones, ha resultado un próspero cultivo literario que rinde, para orgullo de los villacuranos, excelentes frutos.


Sus escritos son poesías del corazón que siente y hace sentir; en ellos retrata sus emociones, sus pensamientos sencillos y dulces, sus creencias íntimas y su risueño estilo tierno y delicado.  Su producción no termina, porque, primero que nada, se está escribiendo para ella misma, para nosotros, para uno mismo.
Estos son algunos escritos de su valiosa valija: La iguana Marcelina, A mi escuela Arístides Rojas, Simona la muñeca de trapo, Don Pedrito Linero, Doña Angelina Garrido, Caramelos de papelón, Trina Linero, Arnaldo Alvarez, Don José Zocco, Consuelo Nicolai de Albano, Félix Valderrama, Ana Belén Aular, Carlina Padrón, Alma llanera, Giuseppe Girlando y el Museo, María Teresa Fuenmayor, Anitica Pérez, Día del Maestro, Ligia Montenegro de García, Camila y los animalitos, La tía Senobia, Viernes santo villacurano, Carmen Elena Matos, Bernardo “niche” González, Aquellas serenatas, Rosana Hernández Pasquier, Yolanda González una guerrera de Dios, Félix Hernández y Oldman Botello, Danzas de Oro Amejup, La señora Mariana, La Peregrinación, Ana Bell Boullon, Cristian Key, Sistema de Coro y Orquestas, La escuelita de Lili…  Sin que me mueva un exagerado amor a la gloria del suelo en que vimos la luz, puedo asegurar que podría formarse con los escritos y la poesía de Carmencita, un libro precioso que daría mucha honra a las letras villacuranas.


Y es que la literatura nunca ha salido de su casa, ni de su corazón, sigue estando ahí.  Escribir para niños reforzó ese sueño de ser docente, y esa labor que llevó a cabo durante más de tres décadas, nunca se termina…
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El jueves 25 de junio de 2015 leí un escrito titulado “La Valija de Neycar” del cual tomé trozos de su primera parte para iniciar este trabajo que con mucho afecto dedico a su autora y apreciada educadora Carmencita, extensivo a la memoria de mi dilecto amigo, su difunto esposo Victorino, digno ejemplo de la villacuranidad; he querido finalizarlo con el último párrafo del mismo, el cual encierra un mensaje para todos:  “Que el poder y la creatividad de Dios se haga presente para explorar y lograr nuestros sueños, que amemos más la lectura, que se le cree a niños y niñas la pasión por ella y aflore en cada uno de nosotros la sensibilidad para expresar ese mundo de ideas que vive en nuestra interioridad”.


Estimada Carmencita:  Sigue plasmando el corazón en tus memorias y relatos, a través de ese sentido estilo ágil y sencillo, fresco y abrasador…



Foto: la saqué de la Valija

 

 

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