Por: Carmen Muñoz de González
Villa de Cura, estado Aragua
Cuando me siento en las tardes en la puerta de la casa de mi suegra y veo los perros ir a tomar agua en un hueco que ya parece una tanquilita -hecho, claro, no de forma natural sino por un bote de aguas blancas que ha forzado el pavimento- viene a mi memoria el cuento del famoso Hoyo de los Perros que había en el sector de Las Mercedes. Era muy nombrado. Un sitio destinado nada más y nada menos que para botar los perros muertos.
¡Imagínense! ¡Casi un cementerio perruno!
Allá, cerca del Hoyo de los Perros vive Petra y hasta sus cuentos de terror había: que si “los oí ladrar anoche”, “me salió un aparecí'o con un perro al lado”, “venía del botiquín más arriba y vi una manada de perros atravesar el otro lado de la calle”, “venía con mi novia y un gran perro negro con los ojos de candela me atacó”. Bueno, y así cada quien le ponía lo suyo.
Pero ahora, a plena luz del sol, en la hora del sol de los venados, van en cerrada marcha los perros callejeros que deambulan en el pueblo a tomar agua – el vital líquido- para reponer fuerzas y seguir su camino.
El hoyo ha cambiado de función pero sigue siendo un hoyo. No se llena sólo los lunes y jueves que no hay agua, y que me perdone San Lázaro o San Francisco, Patrón de los Animales ¡El agua no la malgastes!
No, no, no se malgasta, ellos también tienen qué tomarla. O...¿Será pecado desperdiciarla?
Sitio web de la imagen: http://bestanimalfundraising.com/
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