Por Carmen Muñoz de González
Villa de Cura, estado Aragua
Pocas cosas simbólicas quedan ya en mi pueblo. Es un afán de hacer desaparecer el ayer ¿Qué nos quedará en la memoria histórica? Un signo, un emblema, un recuerdo. Las calles con sus nombres pintorescos, las esquinas haciendo alusión a algún negocio que funcionaba allí y era punto de referencia cuando alguien hacía mención:
la Esquina de la Casa de Cuadros o Puente Hierro y - "Allá en la Esquina del Zamuro".
¡Oh, Dios, qué tiempos! Así, a la entrada del pueblo, viniendo por la carretera
Cagua - La Villa, en una esquina de la bomba de gasolina que funcionaba allí estaba el Reloj de La Villa dando la bienvenida.
Alto, espigado, un "señor reloj" diciéndole a la gente a qué hora había llegado al pueblo. Tenía una propaganda alusiva a la venta de gasolina. Debía ser Shell, Esso,
algún nombre de esas compañías extranjeras que tenían concesión aquí en el país.
Ahora, en estos tiempos, la bomba existe todavía, allí está, en el mismo punto. Su misma función: vender gasolina, pero con la diferencia que el viejo reloj que daba la bienvenida desapareció. Allí hay ahora una lápida de mármol vacía, sin señalamiento alguno.
Ojalá le colocaran una bella y majestuosa silla de montar a caballo en honor a los talabarteros encargados de ejecutar con esas manos prodigiosas nuestro emblema zamorano "La Silla de Montar" digna representación artesanal.
El cuento del reloj (No el de la iglesia sino el de la entrada) se lo oí en plácida tertulia a mi buen amigo Rafael Pérez Silva, caballero de muy buena conversación y fiel defensor de las costumbres y tradiciones de los pueblos.
Sitio web de la imagen: http://paolapasquali.com/?p=919
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