Por: Carmen Muñoz de Gonzalez
Todos tenemos una tía Pirula, sea por consanguinidad, afinidad, política, afiliación. Ella: solterona ¡Pero no amargada! De todo hacía una diversión ¡Tenía cada refrán...!
Porque refranera...¡Como ninguna!
Podía decir cosas de la gente -agradables o no - delante de ella y ni se percataban - eso sí...por medio del refrán -.
Si la visita era fastidiosa decía muy sonriente: Se hizo caca la gata en la batea.
Si tenía tiempo que no la veía: Ay, mi'jita, pájaro de mar por tierra.
O si llevaba niños pequeños de esos inquietos y la madre tranquilidad: Esta era la perla que le faltaba al collar.
O si alguien acertaba a sus requerimientos: ¡Como pedrada en ojo de boticario!
Una buena amiga, ella como saludaba era con la expresión ¡Epa! ella le contestaba Quien no pila no come arepa.
Y si tocaban mucho: Ahí llegó la peste y la tos.
Nunca nombraba a la persona, pero al decir: Ujú, Esteban de Jesús ya uno sospechaba de quién se trataba.
Le encantaba que las muchachas salieran. No era mojigata. Que dieran vueltas a la plaza, sobre todo los domingos, para lucir su vestido nuevo: Barco parado no paga flete o ¿Quién ha visto papelón desabrí'o?
Como preparaba exquisitos dulces criollos no le faltaba su platico para comérselo después del almuerzo o dar a alguna visita.
Los refranes son dichos muy verídicos, agradables y creativos. Hasta un presidente, llanero él de pura cepa, los usaba ¡Ah, el Dr. Luís Herrera Campins!
Bueno, mejor no sigo hablando del tema, le cayó saltón al agua y cierro mi página que pa'bachaco chivo y chivo alambre púa...¡Ujú!
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