Cuando mi tía Senobia estaba chiquita - y mire que ya tiene 86 años entrados en 87 - una tarde de verano venía con su mamá - que en Santa Gloria esté - agarradita de la mano a la altura del Puente de la Loca y miran a unos hombres cargando un palo sobre sus hombros, del cual colgaba una hamaca. Detrás de ellos caminaba una mujer llorosa, con velo negro sobre su cabeza rodeada por unos niños que llevaban las manitos llenas de flores silvestres.
Ella con asombro observa la estampa y pregunta:
-Mamá ¿Qué es eso?
-Hija, un difunto, lo llevan a enterrar. Persígnese en señal de respeto.
-Pero...¿Sin cajón?
-Sí, son pobres de solemnidad, no tienen sino una hamaca para depositar su cuerpo en la fosa o tierra limpia.
Esa imagen le quedó grabada a una niña de seis años.
Episodio triste de la vida, pero así son las cosas: duras para unos y fáciles para otros.
La gente de antes con esa sencillez de corazón.
Ahora hace poco oí que un señor fue enterrado en una nevera vieja, mejor se sacrifica el escaparate. Pero como polvo somos y en polvo nos convertiremos...
También oí que a uno le sacaron la plancha (prótesis) dental por si otro la necesitaba.
¡Ay, mi Dios, que no abunden esas cosas! ¡Luz y perdón!
Carmen Muñoz de González, Villa de Cura, estado Aragua, Venezuela
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