De nuevo el carnaval, la alegría, fiesta pagana al dios Momo. Pero ¡Cuánto hemos perdido en los pueblos la sana diversión, el disfrute en la plaza a ver bailar los disfraces, el sano esparcimiento popular.
Villa de Cura, mi amado pueblo ¿Dónde perdió la esencia del ser? Ese sabor ingenuo que traen en sus raíces el saber de lo nuestro.
Recuerdo esos carnavales escolares donde habla qué apoyar a las chicas para el reinado escolar y su manera no era con aplausos o jurado calificador sino con la venta de bonos. La que vendiera mas bonos esa seria la ganadora. Claro, eso cubría los gastos para el festejo, cotillones, papelillos, caramelos y la vistosa carroza que luciría la soberana para transitar por las calles pueblerinas en esos tres días de carnestolendas porque el martes era el desafío total: agua, pintura y demás sustancias alusivas al evento.
Pero ¡Qué sencillez! Todo el mundo colaboraba con un bolívar (De los antiquísimos, claro) ganaba la más simpática y la que más familia tenía ya que mayor era la inversión. Pero allí estaba la magia de la vida, no se juzgaba ni se dañaba a nadie. Celebrar el mejor festejo escolar era la idea, la alegría nuestra mejor aliada, el mejor recuerdo la vivencia que quedaría plasmada en el inexorable tiempo de nuestras vidas.
Entre suspiros y sollozos nos preparamos para el arrepentimiento cristiano.
Carmen Muñoz de Gonzalez, Villa de Cura, estado Aragua, Venezuela
claro maestra Carmen Usted fue unas de esas jóvenes bellas que participo en esa epoca saludo
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