Esas mujeres de pueblo dispuestas a ayudar al necesitado sin ver nada, solo lo apremiante de la situación y en el momento oportuno. Así era l buena amiga Pancha, tan singular y espontánea ¡Cómo ayudaba a la comunidad! Dispuesta a curar un enfermo, inyectar a un niño, atender un parto en la casa y en el arreglo de un difunto era excepcional. No dejaba casa dónde ir de norte a sur, de este a oeste. Allí se oía el grito de: ¡Ahí viene la popular Panchita! Al terminar su servicio, que era ad honorem, con mucha delicadeza decía: - Ay, mamita ¿Por casualidad tú no tienes un huevito, un pedacito de queso, unos ajicitos, un cilantrico, una presita por allí rezagada? Y así llenaba su saquito (Que no lo dejaba en momento alguno de cargar)
Ahora, en estos tiempos ¡En cuántas Panchitas nos hemos convertido llevando la bolsita o yendo a casa de la amiguita: Aquí vengo a hacerte un truequito. Te cambio un poquito de azúcar por arroz y así sucesivamente. Porque al mal tiempo buena cara y la actitud… En las crisis es cuando nos fortalecemos.
Seamos creativos, el talento que Dios nos dió tenemos qué ponerlo en práctica. Ahorita debe reinar la solidaridad como el valor que resaltaba Panchita: Ayudar al prójimo.
Carmen Muñoz de González
Direcciòn de la imagen: https://www.eldiario.es/clm/Foto-Alianza-Solidaridad_EDIIMA20160401_0860_18.jpg
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