Por: Carmen Muñoz de González
Villade Cura, estado Aragua, Venezuela
Niños índigo siempre los ha habido. Simón Bolívar fue uno de ellos, Atanasia también, pero no se sabía en esa época el calificativo. Atanasia fue la mayor de tres hermanos, dos de los cuales eran varones. Aprendió todas las artes de ellos ¡Hasta irse a bañar a escondidas al río Guárico cercano a nuestro pueblo! Claro, con el grupo de muchachos varones todos.
Su nombre - no tan común- porque nació el dia que rezaba San Atanasio, y ella no lo peló.
Una de sus tremenduras -muchacha al fín- fue que un señor muy cotizado él, amante sin igual de la moral y buenas costumbres recibió un dia un panfleto escrito por ella -asesorada, claro está, por la partida de muchachos- que lo ridiculizaba con un refrán. Por mala suerte para ella pero buena para el señor, pudo distinguirla al tirarlo en la casa y salir corriendo:
-¡Ajá! Es Atanasia, la de los Ceballos. Te vi, muchacha salteadora.
Tomó su sombrero y, bastón en mano, dirige sus pasos a la casa de la muchacha a poner el reclamo. Atanasia es llamada al tribunal de la inquisición: sus padres y el señor afectado. Él -muy rabioso - muestra el escrito, pero sin dar tregua, en un abrir y cerrar de ojos Atanasia le quita el papel, se lo mastica y traga.
¡Ha desaparecido la prueba del delito! ¡No hay a quien acusar! Y sin otra evidencia este caso queda cerrado.
Ante la mirada y el estupor de todos, nuestra linda chica corre a su cuarto a pensar y reflexionar sobre otra tremendura que debería hacer en cualquier momento.
Sitio web dela imagen: http://magiamania.com/2010/11/08/los-ninos-indigo-de-la-era-de-acuario/
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