Por: Carmen Muñoz de González
Villa de Cura, estado Aragua
Nicolasa en su burro, sentada de medio lado con su vestido bien “floreado. Bejuco en mano chaparreándolo para agilizar el galope, ansiosa de comercializar sus productos que cosechaba en la majada.
Venía “de allá lejos” -decía la gente- y era de esos lugares que hoy conocemos como Mata de Café ¡Qué cosa! ¿Ah?
Amarraba su burro a un lado de la puerta principal del mercado. Traía los mas selectos productos de la cesta básica que comercializaría con las amas de casa en la religiosa compra de los sábados: onoto en grano, huevos criollos envueltos en hojas de maiz para que no se quebraran, la humilde y nutritiva auyama, topochos verdes y maduros y el aromático cilantro de monte para la sopa.
Ella muy feliz y trabajadora. Con su amplia sonrisa que dejaba ver sus dientes con oro y su larga cabellera recogida en un moño recibía su clientela.
El mercado, con toda su majestuosidad, allí con su fecha de fundación en lo alto: 1940. Todo un icono del pueblo, justo al frente de la Plaza Miranda y albergando sus mas sabios vendedores.
¿Dónde perdimos la esencia de las cosas pequeñas? ¡Pero grande el recuerdo de los sueños del ayer! Ahora un nuevo paradigma: la “economía informal”
Sitio web de la imagen: http://trotaburgos.com/marruecos2013/dia-3-gargantas-del-todra-y-del-dades/?print=print
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