viernes, 18 de agosto de 2023

EL ANTIGUO TELÉGRAFO DE VILLA DE CURA

 


Carmen Muñoz viuda de González

Villa de Cura, estado Aragua

Venezuela


Recorriendo mis paraderos aquí, en mi Villa querida, me detengo a observar este espacio y me digo: - "¡Ay, Dios, cómo cambian las cosas con el tiempo!"

No me refiero al climático sino al de la vida.

No hace mucho...atrás un "tiempito", en la calle Miranda - antigua calle Blanca - específicamente entre la esquina en la cual se encuentra la editorial Miranda y la otra esquina en la que funciona la Biblioteca Pública Ezequiel Zamora. Al ladito de ella se encontraba una casa, muy linda, por cierto, con sus pisos de mosaico - como les decían antes - donde funcionó el telégrafo. El mismo estaba regentado por el Sr. Víctor Cabrera. Estaban allí también su esposa Dora y sus hijos. Toda su familia hacia vida allí, en esa casa.

Había los telegrafistas: César Nieves y el señor Honorio López. También contaban con un repartidor, el cual acudía de urgencia a llevar el mensaje.

Las personas enviaban un telegramita de urgencia por algún acontecimiento de la vida diaria, negocio, acontecimiento de la vida social, de salud, de llegada, todo lo referente a la vida del ser humano giraba en un telegrama.

Cuando la forma de comunicarse con el que estaba lejos era por medio de cartas que podían durar desde semanas hasta meses en llegar, para las informaciones que debían darse a conocer de inmediato el recurso efectivo era el telegrama.

Era una forma de comunicación en clave Morse, esa en la cual una combinación de puntos y rayas representaba cada letra. Cada punto se podía sustituir por un sonido corto y cada raya por un sonido largo.

Personas atentas, servidores públicos eran los encargados de hacer esa labor de hacer llegar la información a sitios distantes con la inmediatez requerida.

Y el costo... baratico, por palabras.



Ahora paso por allí y el mensaje es otro, pero la vieja casa que todavía tenía funcionalidad fue derribada. Colocaron una pared simple al frente y una puerta de hierro. Pero... - el bendito "pero" - un día se estaba quemando un pajonal que había allí, detrás de la pared. Las llamas eran intensas. Para poder entrar a apagar el fuego derribaron la puerta de hierro y lograron que se salvaran de las llamas casi milagrosamente la Biblioteca y el Museo.

Respiramos profundo, pero el espacio quedó abierto y ahora pasó a ser un depósito de basura y un clandestino sanitario público y... pare usted de contar.



Muchos transeúntes, al sentir el impulso de una necesidad fisiológica al encontrarse cerca de dicho espacio, recurren a él con tranquilidad, sin escrúpulos ni conciencia - ni ecológica ni de recato y respeto - .



¡Cómo deseo que los bellos actos se propague, que la bondad subversiva empiece despacito con una sola acción y tomen conciencia de la problemática ecológica que produce el uso inadecuado de este espacio.



Nuestra calle Miranda, emblemática en otros tiempos, donde las señoras de la cuadra se sentaban a las puertas de su casa, al frescor de la tarde - noche. Todo esto sólo quedó en las huellas del recuerdo, del pasado.

Al lado derecho funciona una sede del Saime que actualmente no está abierta al público.

Sólo elevo una plegaria y pido una mano amiga que tome un poquito de amor y tratemos de mantener libre de contaminación los espacios. No olvidemos que al lado izquierdo se encuentran la Biblioteca y el Museo, espacios muy visitados por niños. Que él mensaje sea otro, sea comunicativo en aseo y ornato.



Bonito sería ver espacios - que tanto necesitamos y merecemos - en los cuales su buen uso fuera fiel reflejo de la villacuranidad.

Y mando un telegrama urgente - en clave Morse, por supuesto - con este mensaje.

¿Cómo expresarías en un telegrama tu apreciación, opinión y sentir al respecto?

Recordando, por supuesto, que los telegramas eran brevísimos y utilizaban sólo las palabras esenciales (Recordemos que cada palabra se pagaba y por eso no había cabida a adornos, ni siquiera se enviaban palabras de saludo o despedida, sólo el mensaje breve, escueto, con los vocablos indispensables)

Espero sus telegramas en forma de comentarios o, mejor, sus comentarios en forma de telegramas.

Posdata: Al inicio se llamaba "Telégrafos Federales" cambió luego a "Telégrafos de Venezuela" que fue lo que yo conocí.

NOTA: Fotos propias tomadas con celular Samsung J2 Prime.

AGRADECIMIENTOS: A mis amigos Rafael Pérez Silva y  Gloriana Marchena quienes me facilitaron los sobres y el telegrama para complementar con imágenes reales no tomadas de internet mi texto.

sábado, 5 de agosto de 2023

MIGUEL ANGEL BOLÍVAR GONZÁLEZ, EL SACRISTÁN DE LA PARROQUIA

 

Un sacristán es la persona que tiene la responsabilidad de ayudar al sacerdote en el servicio del altar en la Eucaristía y cuidar de todos los ornamentos que se utilizan a diario.


A veces le corresponde hacer de monaguillo o lector. No es el caso del "Padre Antonio y su monaguillo Andrés", la famosa canción de Rubén Blades, sino de nuestro querido amigo - villacuranito él - Miguel Ángel, quien, desde los siete años de edad, al recibir el sacramento de la Comunión, de manos del presbítero Felipe Santiesteban Iriarte, comenzó a sentir inquietud por ayudar en el altar como monaguillo e involucrarse en todo lo referente a la Santa Iglesia Católica.

 


Está al frente del Centro de Catequesis de la Iglesia San Luis Rey de Francia, iglesia matriz de Villa de Cura, estado Aragua, Venezuela. Allí prepara a los niños y niñas que van a recibir a Jesús Sacramentado.

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A veces le vemos pasar cuando va a realizar algún Oficio de un difunto en la funeraria o apreciamos su forma de cantar en la Santa Misa.

 En tiempo de peregrinación dirige la Quincena a la Virgen de Lourdes en la Gruta y también acude a prestar sus servicios en los centros de Misión.

 Con su voz fuerte y sonora regaña a las personas o hace una advertencia. Ese es su estilo, de no hacerlo perdería su esencia como tal.

 Como su nombre es una combinación de escultor - pintor (Recordemos al gran Miguel Ángel Buonarrotti) y jerarca divino (San Miguel Arcángel), tiene esas facultades.

 Desde la Parroquia San Luis Rey ha tenido el privilegio de conocer muchísimos sacerdotes, acólitos, diáconos.

 A la muerte del padre Felipe asume como párroco el padre Salvador Rodrigo, al recibir este su jubilación le sucede el padre Silvestre quien dura poco tiempo y luego llega el padre Bernardo Ramírez, párroco actual, con el diácono Kevin Mendoza, quien sugiere al nuevo párroco que fuese este laborioso servidor el nuevo sacristán.

 Ya habían tenido anteriormente esta responsabilidad Juan Carlos Ibarra, Germán Vidao López, Ángelo Carmona, Lourdes Macedo Vidao - primera mujer en ejercer este oficio en nuestra parroquia -.

 El amigo Miguel Ángel también trabaja en un liceo de nuestra querida Villa de Cura como supervisor de Obreros en Educación y continúa estudiando todo lo referente a la fe de nuestra Iglesia.
 

 Él es una especie de "medio cura" donde se unen lo pagano y lo espiritual - y diríamos todos "...en santo recogimiento. Amén".
 

 Fotos tomadas del Facebook de Miguel Ángel Bolívar

 


 

"LA VALIJA DE NEYCAR"

                           

 

    Inocencio Chencho Adames Aponte

 


“Érase una vez”…   En un pueblito nombrado Villa de Cura vive una maestra llamada Carmen Muñoz, a la que todos le decimos cariñosamente Carmencita, que tiene una manía de guardar cosas: un papelito, una caja de chicles, una tarjetica, una rosa seca, un frasco de perfume, y un sinfín de cosas que atesora en una valija.  Un día, la encontré cerca de su casa, iba de prisa, la saludé y le pregunté: ¿Hola Carmencita, qué llevas en esa valija?  Sus ojos se iluminaron y me contestó: “Hola Chencho. Aquí guardo muchos recuerdos, anécdotas, crónicas, cuentos, poemas de nuestro pueblo y los míos propios, todos los personajes y mi memoria histórica”.  Me le acerqué,  abrió su valija lentamente y vi de reojo que estaba llena de muchas sorpresas, como la iguana Marcelina, uno de sus primeros escritos…  Apenas me basta recordar unas líneas para que mi imaginación corra hacia el final de ese poema: 

 

 “Corre, corre iguanita,

 que no te de alcance

 el devorador

 y escóndete

 en los ramajes de tu árbol protector”.


CARMENCITA, UNA MAESTRA ENCANTADORA
CON UNA PLUMA LLENA DE TERNURA

Carmen Muñoz (v) de González, estudió lo que su corazón siempre le indicó: Educación Primaria.  Su primer contacto con la docencia fue como maestra en la escuela Arístides Rojas, pues tuvo muy claro que su tarea consistía en sembrar valores y para esta experiencia en el aula apelaba al juego, a las dinámicas y a la lectura de cuentos y poesías.


El diario trajín de ir de la casa a la escuela y de la escuela a la casa durante 33 años (enseñaba primero, segundo y tercer grado), no fue impedimento para que en su mente empezara a crear poemas y cuentos infantiles.  Sus creaciones las sometía al escrutinio más riguroso: sus alumnos.  Con generosidad, compartía sus textos con sus colegas y creaba narraciones y poemas para la celebración de efemérides y actividades especiales de la escuela.


Escritora, poetisa y maestra, esta autora cálida, llena de sensibilidad, nos brinda emociones como ventanas abiertas, llenas de magia en un mundo villacurano real.  No en vano ha cultivado la poesía, sino también podemos maravillarnos con sus cuentos, llenos de esa imaginación sencilla y un estilo literario de original intensidad.


Sin embargo, el antes y el después lo marcaría su máxima creación: La Valija de Neycar.  Esta feliz iniciativa, que el próximo mes de agosto cumplirá 10 años con un haber de 266 publicaciones, ha resultado un próspero cultivo literario que rinde, para orgullo de los villacuranos, excelentes frutos.


Sus escritos son poesías del corazón que siente y hace sentir; en ellos retrata sus emociones, sus pensamientos sencillos y dulces, sus creencias íntimas y su risueño estilo tierno y delicado.  Su producción no termina, porque, primero que nada, se está escribiendo para ella misma, para nosotros, para uno mismo.
Estos son algunos escritos de su valiosa valija: La iguana Marcelina, A mi escuela Arístides Rojas, Simona la muñeca de trapo, Don Pedrito Linero, Doña Angelina Garrido, Caramelos de papelón, Trina Linero, Arnaldo Alvarez, Don José Zocco, Consuelo Nicolai de Albano, Félix Valderrama, Ana Belén Aular, Carlina Padrón, Alma llanera, Giuseppe Girlando y el Museo, María Teresa Fuenmayor, Anitica Pérez, Día del Maestro, Ligia Montenegro de García, Camila y los animalitos, La tía Senobia, Viernes santo villacurano, Carmen Elena Matos, Bernardo “niche” González, Aquellas serenatas, Rosana Hernández Pasquier, Yolanda González una guerrera de Dios, Félix Hernández y Oldman Botello, Danzas de Oro Amejup, La señora Mariana, La Peregrinación, Ana Bell Boullon, Cristian Key, Sistema de Coro y Orquestas, La escuelita de Lili…  Sin que me mueva un exagerado amor a la gloria del suelo en que vimos la luz, puedo asegurar que podría formarse con los escritos y la poesía de Carmencita, un libro precioso que daría mucha honra a las letras villacuranas.


Y es que la literatura nunca ha salido de su casa, ni de su corazón, sigue estando ahí.  Escribir para niños reforzó ese sueño de ser docente, y esa labor que llevó a cabo durante más de tres décadas, nunca se termina…
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El jueves 25 de junio de 2015 leí un escrito titulado “La Valija de Neycar” del cual tomé trozos de su primera parte para iniciar este trabajo que con mucho afecto dedico a su autora y apreciada educadora Carmencita, extensivo a la memoria de mi dilecto amigo, su difunto esposo Victorino, digno ejemplo de la villacuranidad; he querido finalizarlo con el último párrafo del mismo, el cual encierra un mensaje para todos:  “Que el poder y la creatividad de Dios se haga presente para explorar y lograr nuestros sueños, que amemos más la lectura, que se le cree a niños y niñas la pasión por ella y aflore en cada uno de nosotros la sensibilidad para expresar ese mundo de ideas que vive en nuestra interioridad”.


Estimada Carmencita:  Sigue plasmando el corazón en tus memorias y relatos, a través de ese sentido estilo ágil y sencillo, fresco y abrasador…



Foto: la saqué de la Valija