lunes, 10 de febrero de 2025

EL TINAJERO DE MI ABUELA

 


 

     Carmen Muñoz, viuda de González

Villa de Cura, estado Aragua, Venezuela


Mi abuela tenía un tinajero que de él su agua bebía porque ella decía que la refrescaba y la rejuvenecía.

Cuando llegaban sus amigos, les provocaba tomar de esa agua viva.

Colgando de un ladito, un helechito, verdecito y menudito como la esperanza daba la bienvenida y guindando la totuma - con su grietita de vejez - pero agua fresca y destilada se bebía.

Mi abuela no leía ni escribía pero tenía una sabiduría que la vida le enseñó. Cuidaba con esmero ese tinajero. Era una armazón de madera rústica perdiendo brillo en su color. Con fina tela de alambre recubiertas sus paredes.

Este tinajero era un filtro artesanal. En la mayoría de los hogares se usaba con elegancia. Se tenía en el pasillo o en el comedor de la casa. El tiempo lo envejeció al punto que todo se desarmó quedando la piedra en buenas condiciones. Colocándola en una nueva estructura más moderna pero con la misma esencia de dar agua fresca y pura, agradable al paladar para lo que fue concebido... Una nevera artesanal.

Un día llegó de visita una amiga de la casa directo al tinajero para tomar agua y refrescarse de la caminata. Pero dió un tropezón y la totuma salió disparada, se le cayó de las manos, partiéndose en dos pedazos y le rompió el corazón a mi abuelita quien cuidaba con tanto esmero su vieja totumita. Ella nunca la consideró viejita.

El apego de las cosas, no pensar que todo tiene un ciclo que se cumple y se  renueva.

 

 

 

Imagen del tinajero tomada de Mercado Libre