miércoles, 15 de diciembre de 2021

¿SABEN CUÁNTOS APODOS HAY EN LA VILLA?

 


Por Carmen Muñoz viuda de González

Yo no he visto pueblo para confirmar tanto como el mío. O sea…Monseñores todos, pues. Aquí en Villa de Cura, estado Aragua, Venezuela, hay más de quinientos apodos que se conocen, producto de la “chercha” popular. Pienso que no se debe ver como ofensa, sino como el más sano humor del villacurano. Nuestro gran cultor popular Juan Bautista Alayón era conocido mejor como “Loco Lindo” o “Pata Lancha”. Rafael Bolívar Coronado, el autor de la letra de nuestro segundo himno nacional (“El Alma Llanera”), oriundo de aquí, fue conocido como “El Hombre de los Mil Nombres”, usaba diferentes seudónimos (apodos, al fin y al cabo) para firmar las obras que escribía.

Antes, en esa Villa de Cura añorada, cuando la Plaza Miranda se llenaba de tantos muchachos jóvenes (y viejos también) para compartir la tertulia y de los chicos que salían del liceo que la tenían como punto de encuentro, de esas reuniones surgieron muchos sobrenombres. motes, apodos, alias.

Los hay (o había, porque ya algunos han desaparecido) de todo tipo: El Burro, El Piojo, El Gorila, Sal de Higuera, Cantaclaro, Cachita, Ripillopo, El Perrote, El Oso, Romana de Palo, Oficial Gallo Loco, La Sirena, La Danta, Marabunta, Masca Vidrio, Gua Si Gua No, Agujita, Rueda´e Piña, Coco´e Pico, Cachete, Chipolo, El Cochina y pare usted de contar. “Morochos”de todo tipo, Musiúes, Negros, Chiquitos, bueno pues.

Esos sobrenombres podían tener como origen el trabajo u oficio que realizaran o un “pelón” que hubieran cometido. También se tomaban nombres de personajes de comiquitas, como Torómbolo, mi amiguito.

Muchas veces el nombre real pasaba al olvido y se les conocía solo por el sobrenombre en cuestión.

Muchas veces también hubo quien pasara un mal rato como consecuencia de mencionar algún apodo, como cuando una linda chica se encontró en el mercado a una señora y, con alegría, le preguntó:

“¿Y cómo está… (Y aquí insertó el apodo de marras)?

Y la dama le respondió con reticencia: “Mi hijo, el doctor Fulano de Tal, para que se lo cepille” (Que era como decirle "Para que lo sepa")

Bullying o floclor popular, compañerismo o sana camaradería… Todo es de acuerdo con el cristal con que se mire.

Mi esposo no se escapó al apodo, pero me lo reservo. El que lo sepa que lo escriba, ja, ja,ja, yo no

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